¿Oh Tú, que eres el más íntimo espíritu de mi ser!
¿Estás contento de mi, Señor de mi vida?
porque te he dado el caliz,
lleno de toda la pena y todo el júbilo
que los prensados racimos de mi corazón despidieron.
Yo tejo con el ritmo de colores y cantos la cobertera de tu lecho,
y con el oro fundido de mmis deseos
hice jugetes para tu pasatiempo.
No sé por qué me elgiste como tu compañero,
¡oh Señor de mi vida!
Almacenaste mis días y mis noches,
mis actos y mis sueños para la alquimia de tu arte,
y pulsando en la cadena de tu música mis cantos de otoño y primavera,
recoges las flores de mis momentos maduros para tu corona...
Veo tus ojos que contemplan lo oscuro de mi corazón,
¡oh Señor de mi vida!
Pienso si mis caidas y mis yerros estarán perdonados.
Porque muchos fueron mis días sin servicio
y mis noches de olvido;
vanas fueron ls flores que se mustiaron en la sombra,
no ofrendadas a ti.
Con frecuencia las cansadas cuerdas de mi laúd
saltaron en la tensión de tus canciones.
Y también con frecuencia, ante la ruina de las horas disipadas,
se llenaron de llanto mis desoladas noches.
Pero, ¿han llegado mis días finalmente a su término?,
¡oh Señor de mi vida!,
en tanto que mis brazos en torno a ti flaquean
y mis besos pierden su verdad?
Si es así, corta el encuentro de este lánguido día,
renueva lo viejo en mí en nuevas formas de placer,
y que se repitan las nupcias
en una nueva ceremonia de vida.
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