viernes, 12 de marzo de 2010

La religión del hombre. Rabindranath Tagore


¿Oh Tú, que eres el más íntimo espíritu de mi ser!

¿Estás contento de mi, Señor de mi vida?

porque te he dado el caliz,

lleno de toda la pena y todo el júbilo

que los prensados racimos de mi corazón despidieron.

Yo tejo con el ritmo de colores y cantos la cobertera de tu lecho,

y con el oro fundido de mmis deseos

hice jugetes para tu pasatiempo.


No sé por qué me elgiste como tu compañero,

¡oh Señor de mi vida!

Almacenaste mis días y mis noches,

mis actos y mis sueños para la alquimia de tu arte,

y pulsando en la cadena de tu música mis cantos de otoño y primavera,

recoges las flores de mis momentos maduros para tu corona...


Veo tus ojos que contemplan lo oscuro de mi corazón,

¡oh Señor de mi vida!

Pienso si mis caidas y mis yerros estarán perdonados.

Porque muchos fueron mis días sin servicio

y mis noches de olvido;

vanas fueron ls flores que se mustiaron en la sombra,

no ofrendadas a ti.


Con frecuencia las cansadas cuerdas de mi laúd

saltaron en la tensión de tus canciones.

Y también con frecuencia, ante la ruina de las horas disipadas,

se llenaron de llanto mis desoladas noches.

Pero, ¿han llegado mis días finalmente a su término?,

¡oh Señor de mi vida!,

en tanto que mis brazos en torno a ti flaquean

y mis besos pierden su verdad?

Si es así, corta el encuentro de este lánguido día,

renueva lo viejo en mí en nuevas formas de placer,

y que se repitan las nupcias

en una nueva ceremonia de vida.

No hay comentarios: